martes, 29 de mayo de 2012

Enojado con la pintura de caballete


El Domingo saqué las pilas de cosas que había encima del escritorio y compré una lámpara nueva.
Saqué de ahí también la bandeja de entrada donde pongo los papeles que debería procesar...
Me tapaba la luz que entra por la ventana.  Es un espacio para escribir y dibujar, y para pintar ilustraciones chicas. Tengo cosas escritas, borradores. Hay sueños, y notas que tomé haciendo imaginación activa, también algunos borradores que hice a partir de eso.
No está bueno publicar algo acá sobre lo que está tan en germen. Uno diría que así se queman los proyectos. Pero es un momento de confusión, y a mi me gusta que este momento quede registrado acá. No es lo mismo que escribir cuando ya todo pasó y uno sacó conclusiones.
Estuve pintando a partir de estos bocetitos. Salió muy bien una pintura mediana (tengo que sacarle fotos con luz natural para mostrar acá), una tela. Me gustó volver a pintar, tenía muchas ganas, lo disfruté, me compré más telas. Y la segunda tela (ya un poco más grande) empezó a no funcionar...

¿Que pasó?

Pintando me di cuenta de varias cosas. Primero que no tengo un espacio donde hacer pintura de caballete, y es terriblemente desgastante pintar en estas condiciones. Cuando empiezo tengo que sacar todo, cuando termino tengo que guardarlo. Ensucio todo, las telas son cada vez más y no hay donde meterlas.  No tengo mucho tiempo de intimidad para pintar, me interrumpen. Es imposible. Me di cuenta de que lo que venía haciendo hasta ahora era imposible. Lo hacía, lo hice durante años, casi todo lo que pinté lo pinté así. Yo siempre creí que tenía mala suerte. Pero no, lo que pasó todos estos años es que tomé una mala decisión. Intentar hacer pintura de caballete fue una mala decisión, me equivoqué. Por eso siempre me costó tanto todo. Se me iba toda la energía en intentar pintar a toda costa, como sea.


Con esto no quiero decir que no voy a producir más. La pintura de caballete es una opción, es algo específico. Yo lo que veo es que mis blocs se van llenando, no me demandan esfuerzo ni disciplina.
También veo que escribo mucho acá, me gusta escribir, me gusta contar mis sueños. Y me gustan las conversaciones que se dan a partir de eso. Hay amigos que me cuentan los suyos.  Es lo que ya estoy haciendo, faltaba asumirlo.

¿Que es lo que faltaba?

Darme cuenta de que hay un mundo exterior, el mundo real. Ahí hay gente, y ahí está mi pintura una vez hecha. Y lo que sucede es que para que la gente vea mi pintura de caballete tengo que exponer. Tengo que enviar a salones, o exponer en centros culturales, y eventualmente en una galería. Y acá es donde empiezan los problemas. Porque el público de los salones no me gusta, el de las galerías tampoco. El de los centros culturales si, pero no me gusta esa manera de relacionarme, la pintura de caballete no está hecha para exponerla así. La pintura de caballete existe en función de la galería, es parte de su naturaleza.

Pinté murales también, pero el mural es lindo cuando se trabaja colectivamente. Y lo colectivo se me da muy mal a mi.

¿Pero entonces que es lo que quiero?
Quiero hacer un libro album. Amo los libros. Me gustaría esa clase de relación con la persona que se acerca a mi obra. Al libro se lo mira con mucha más atención que al cuadro, se lo agarra especialmente para eso. No es un adorno (en general). Y no es único, hay muchos ejemplares iguales. Así que lo puede ver mucha gente. Y es lo natural. La pintura de caballete está creada para que la vea la menor cantidad de gente posible. Y también es para que la pueda pintar y exponer poca gente. Los materiales son caros cuando se pinta en formatos medianos y grandes, exponer es caro. Bueno, todavía estoy un poco enojado con la pintura de caballete...
Por lo menos hasta que me empiece a entusiasmar con esto nuevo, cuando tome más forma.

Ah... y antes de irme me acordé de un pintor-blogger amigo, que en vez de hacer otra cosa lucha contra todo esto desde pintura de caballete misma, Pablo Silva.

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